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Foto del escritorAma Peraza

¡Auxilio dejo todo para después!



Eres de las personas que dejas todo para después, y quizás lo retomas cuando ya es muy tarde y tienes que correr o simplemente se te pasa el tiempo y no sabes que sucede. Eso se llama PROCRASTINACIÓN


La palabra procrastinar proviene del latín cras que significa mañana o adelante. Y es precisamente la lógica que tenemos cuando posponemos. Dejamos para luego las cosas, formando un círculo vicioso entre ansiedad y culpa que genera más ansiedad.

Hay dos tipos principales de procrastinación: pasiva y activa.


La procrastinación pasiva es aquella que todos conocemos: sabes que tienes que hacer ejercicio en la mañana, pero lo pospones viendo youtube hasta la media noche. Evidentemente no te vas a levantar.


En cambio, la procrastinación activa es «a propósito». Dejas todo hasta cuando sabes que no tienes más remedio y la fecha límite está muy cerca, terminas por ser extremadamente productivo. Muchas personas logran trabajar mejor y con más enfoque bajo presión. Pero de igual forma es una practica negativa.


Esto es lo que trae

Además del estrés y culpabilidad que conlleva el procrastinar, hay otras consecuencias como

ganar una mala reputación con los compañeros de trabajo, amigos y familia

  • La pérdida de tu ambición de tener éxito o lograr metas importantes

  • No tener los resultados que esperas, quieres o el choque de expectativas

  • Puede amenazar tu bienestar si se trata de una tarea relacionada con la salud 

Las cosas se ponen peor, porque procrastinar puede afectar tu autoestima y estado de ánimo.

De no hacer algo al respecto, el hábito de la procrastinación inunda otras partes importantes de nuestras vidas: como evitar una conversación difícil, que al final solo prolonga el conflicto. Y posponer una decisión importante en la vida, como separarse, hacer un compromiso serio, o cambiar de trabajo, puede hacer que vivas insatisfecho de por vida.  


¿Tenemos un hábito?

Quiero recordar que un hábito es la realización de una acción repetidamente por mucho tiempo, que luego se realiza de forma inconsciente.


George Akerlof, economista ganador del premio Nobel, escribió un ensayo sobre la dinámica de la procrastinación -curiosamente después de ser víctima de este hábito-. que pospuso durante 8 meses el envío de un paquete a un amigo, siempre estaba a punto de enviar la caja, pero el momento de actuar nunca llegó.


Él llegó a la conclusión de que la procrastinación podría ser algo más que un mal hábito. Se trata en realidad de un impulso natural en los seres humanos, que sigue unas etapas:

  • Primera etapa: Percibes ansiedad o incomodidad frente a esa actividad-que-hay-que-hacer.


  • Segunda etapa: Como reacción lógica, tu cerebro busca aliviar esa sensación con alguna otra tarea. Por eso, te vuelves sumamente productivo en otras actividades


  • Tercera etapa: Tu cerebro almacena esa actividad-que-hay-que-hacer, como dolorosa y busca más distracciones o alguna razón lógica que explique por qué la aplazaste. Aparecen en ese momento todas las excusas reconfortantes.

Cuando vuelves a recordar esa tarea o actividad pendiente que procrastinaste en un inicio, te genera culpa o remordimiento y vuelves al punto de partida.


De hecho, se calcula que el porcentaje de personas que admitieron procrastinar se cuadruplicó entre 1978 y 2002.Y se quintuplico desde el 2010 al 2018. Pero en el 2020 subió a 10 veces más debido al confinamiento.

Algunos motivos

Una de las razones más importantes por las que las personas posponen las cosas es porque una tarea entra en conflicto con sus hábitos establecidos. Cuando intentas hacer algo que no forma parte de tu rutina diaria, tomará cierto esfuerzo para completarlo. Esto es especialmente cierto si la tarea es desagradable.


O queremos una recompensa inmediata, que es un tema porque estas nuevas generaciones están creciendo pensando que por cada acción por pequeña que sea deben ser recompensado, lo que se puede traducir en una generación que puede tender a procrastinar.


Otra de los posibles motivos es que pensamos que está bien posponer las cosas, porque vamos a hacerlo más tarde, sin ninguna excusa. Creemos ciegamente que el momento perfecto será después, no ahora. Pero cuando llega ese futuro seguimos sin poder acabar, o peor aún sin lograr empezar. Simplemente pensemos que nuestra expectativa no concuerda con nuestra realidad y la mas común y la que mas cuesta reconocer simplemente tenemos miedo al fracaso.


Hagamos un alto

Una de las primera herramientas que probé y es efectiva es la del Stop. Les explico, resulta que cuando estamos haciendo algo y simplemente entran las ganas de procrastinas, en ves de darnos la vuelta y hacer otra cosa debemos hacer un alto, congelarnos por unos segundo y no hacer nada. Parece que es una pérdida de tiempo, porque no estas haciendo absolutamente nada, pero en realidad es un entrenamiento para tu cerebro. De esta forma lograrás tener el control y cuándo tengas algo que hacer, simplemente lo estarás haciendo.


Eso te permitirá hacer consciente que estas dejando algo para después y aparte podrás identificar el porque. La idea es que con esa respuesta no te juzgues, sino lo hagas consiente para trabajarlo.


De igual forma hay una serie de acciones pequeñas que pueden ayudarte mucho en tu día a día:


1. Utiliza la Regla de los Dos Minutos que tiene su origen en GTD y dice que si estás planificando una acción que se puede hacer en menos de dos minutos, no la planifiques; hazla. Puedes extender ese tiempo a 5 ó 10 minutos. Si haces de esta regla un hábito, habrá una multitud de tareas que no vas a tener la oportunidad de posponer.

2. Da un pequeño primer paso. Si temes a una tarea por el motivo que sea, plantéate trabajar solo 5 minutos y dejarlo. Cuando empiezas a trabajar el miedo se desvanece y coges inercia para continuar y terminar el trabajo. Al dar el primer paso vences esa resistencia y empiezas a ver de otra manera cosas que antes te parecían imposibles. Deja de pensar y hazlo.

3. Las rutinas ayudan. Si conviertes la tareas repetitivas y aburridas en rutinas, terminarás haciéndolas sin apenas esfuerzo. 

4. Toma decisiones. Muchas veces vas aplazando una tarea inconscientemente, simplemente porque no te paras a pensar en ella. Dedica un par de minutos para aclarar qué significa realmente esa tarea y toma una decisión al respecto.

5. Aprende a decir no. Apuesto a que muchas de las tareas que pospones son compromisos que te has buscado por no saber decir que no.

Así que comienza activarte, y deja a un lado la procrastinación.


¿Tu sufres de procrastinación?

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